viernes, 8 de junio de 2012

This four walls again.

Levanto la cabeza de la almohada que ahora está empapada de todas las lágrimas que he derramado sobre ella. Siento un dolor muy fuerte, muy intenso en el pecho. Me acurruco en la cama, junto bien las rodillas contra el estómago mientras rompo a llorar desenfrenadamente, aprentando la cara en la almohada, como si ella pudiese darme alguna explicación. Pasan horas y no hay ningún resultado, sigo odiándome a mi misma, rechazándome. No hay nada ni nadie para el que sea útil. Y grito a esas cuatro paredes que lo saben todo sobre mí, que me han visto en mis mejores y en mis peores momentos. Me siento débil, indefensa ante cualquier peligro.No puedo sola con tanta carga, pero quizás el ayudarme esta fuera del alcance de cualquier persona. Todo sigue ahí como estaba antes, solo hay culpa, no se por qué pero solo hay un sentimiento de culpa que no me puedo quitar de la cabeza. Más vueltas y vueltas sobre la cama, mirando al techo, escondiendome del mundo debajo de las sábanas, ¿o quizás tratando de esconderme de mi misma? Por mucho que lo intente no saco conclusiones positivas, únicamente que hagas lo que hagas en esta vida, nunca será valorado, acabrá cayendo en el olvido. Tendrás que aprender que siempre hay preferencias, que muchas veces nos tocará ser los segundones en todo. Y quizás llorar no sirva de nada, pero te sientes en cierto modo liberada, como si cada una de las lágrimas fuese capaz de amortiguar el dolor sacandolo al exterior  no guardándolo en el corazón.

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